Despegué mi espalda del sillón para aplastar mi último cigarrillo contra el cenicero de cristal que Patrick me acercó amablemente. Llevábamos un buen rato en silencio, hasta que él lo rompió.
-¿Qué hora es? Debe estar amaneciendo ya.
-No tengo ni idea.
Patrick miró su reloj.
-Sí. En unos minutos amanecerá. ¿Llevamos discutiendo toda la noche?
-Eso parece.
-¿Te importa que suba las persianas?
-En absoluto.
Se levantó de su sillón, y levantó muy despacio la persiana de la ventana que tenía más cerca.
-Está lloviendo. Pero nunca lloverá eternamente, ¿verdad?
-No. -Sonreí.
-Gracias por todo. Creo que es hora de que me vaya.
Esperé a que abriera la puerta, y, desde mi sillón, le detuve un momento.
-Hazlo o no lo hagas, Patrick, pero no lo intentes.
Y lo hizo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Corullón, 21 de Febrero de 2010